Un contrato de alquiler es un acuerdo en virtud del cual una persona cede a otra el derecho a disfrutar de un bien a cambio de un precio pactado.
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Los contratos de arrendamiento son acuerdos entre el propietario de una vivienda, local, oficina o garaje (arrendador) y una persona que quiere usarlo temporalmente (arrendatario) a cambio de una renta mensual. Los contratos de arrendamiento regulan los derechos y obligaciones de ambas partes y deben ajustarse a la legislación vigente.
En contratopedia.com te ofrecemos modelos de contratos de arrendamiento actualizados, con cláusulas claras y completas, que te servirán como base para redactar el que más te convenga. Además, te explicamos los aspectos más relevantes que debes tener en cuenta a la hora de alquilar una propiedad o de ocuparla como inquilino.
Tipos de contratos de arrendamiento
Existen diferentes tipos de contratos de arrendamiento según el uso que se le vaya a dar al inmueble y la duración del mismo. Los más habituales son:
- Contrato de alquiler de vivienda: es el que se firma cuando el arrendatario va a utilizar el inmueble como su residencia habitual. Tiene una duración mínima de seis meses y el inquilino tiene derecho a prórrogas anuales hasta completar cinco años, salvo que el propietario necesite la vivienda para sí mismo o sus familiares. Pasados los cinco años, el contrato se puede prorrogar anualmente hasta tres años más, si ninguna de las partes se opone.
- Contrato de alquiler temporal: es el que se firma cuando el arrendatario va a utilizar el inmueble por un periodo determinado inferior a cinco años, por motivos laborales, familiares, educativos o similares. En este caso, no hay derecho a prórrogas y el contrato finaliza cuando se cumple el plazo pactado.
- Contrato de alquiler con opción a compra: es el que permite al arrendatario adquirir la propiedad del inmueble al finalizar el contrato o durante su vigencia, según lo acordado con el propietario. En este caso, se suele establecer un precio de venta y un porcentaje de la renta que se descuenta del mismo.
- Contrato de alquiler de habitaciones: es el que se firma cuando el propietario o el inquilino principal comparte la vivienda con otras personas, que ocupan una o varias habitaciones. En este caso, se debe respetar el derecho a la intimidad y a la convivencia pacífica de todos los ocupantes.
- Contrato de alquiler de local, oficina o garaje: es el que se firma cuando el arrendatario va a destinar el inmueble a fines comerciales, profesionales o similares. En este caso, la duración del contrato es libremente pactada por las partes y no hay derecho a prórrogas obligatorias.
¿Qué debe contener un contrato de arrendamiento?
Un contrato de arrendamiento debe contener al menos los siguientes datos y cláusulas:
- La identificación de las partes: nombre, apellidos, DNI o NIF y domicilio del propietario y del arrendatario.
- La descripción del inmueble: ubicación, superficie, características y estado de conservación del mismo.
- El destino del inmueble: vivienda habitual, temporal, local, oficina, garaje u otro.
- La duración del contrato: fecha de inicio y fecha de finalización o plazo indefinido.
- La renta mensual: importe, forma y lugar de pago, así como las posibles actualizaciones o revisiones.
- Las fianzas y garantías adicionales: importe y forma de depósito de la fianza legal (equivalente a una mensualidad en los contratos de vivienda y dos en los demás casos) y otras garantías que se puedan exigir (aval, banco o seguro), que sirven para garantizar el cumplimiento del contrato y el pago de posibles daños o deudas.
- Las obligaciones y responsabilidades de las partes: como el pago puntual de la renta, el mantenimiento y conservación del inmueble, el respeto a la normativa de la comunidad de propietarios, la prohibición o autorización del subarriendo o cesión del contrato, etc.
- Las causas de resolución del contrato: como el impago de la renta, el incumplimiento de alguna de las cláusulas pactadas, el ejercicio de la opción de compra, etc.
- Otras cláusulas adicionales que se consideren oportunas: como la posibilidad de realizar obras o mejoras en el inmueble, la existencia o no de un derecho de tanteo y retracto, la forma de comunicación entre las partes, etc.